(Escritor y articulista)
-Buenos días, Sería mi deseo adquirir una luna que rielara acorde a mi obra.
-Usted dirá, caballero. ¿Para qué la quiere? ¿Para poesía romántica, clásica, generación del 27, surrealista, vanguardia...?
-Mi mente está inmersa en un piélago de dudas. ¡Hierven en mí tantas sensaciones!
-Mire, no se preocupe. Yo le voy enseñando y así se podrá hacer una idea.
-Escúcheme, esa argéntea de la vitrina ¿está su rielar a la altura de su belleza?
-Hombre, ¡qué quiere que le diga! Dentro de un tipo medio no riela mal. Las vamos vendiendo, sobre todo para los poetas principiantes, aunque, si me permite aconsejarle, es preferible gastarse algo más y elegir una luna de un buen rielaje para toda la vida. Mire este otro modelo. Dos años de garantía. Le riela a usted igual en un soneto que en un alejandrino monorrimo. Le sirve hasta para verso libre. No le digo más.
-Hum. No se si encajará con mi musa, ¡Es tan veleidosa, etérea e inmisericorde!
-El cliente manda. Aquí tiene un modelo fabricado en China que riela algo amarillento, pero tiene la ventaja de que es plegable y lo puede llevar uno encima, por si la inspiración le coge a uno fuera de casa. Va con las pilas incluidas y las instrucciones en sueco y ruso.
-No sé si el escaso dinero que poseo me permitirá su adquisición. El euro ha desequilibrado mi economía, además de negarse a rimar con algo. La humilde y preterida peseta permitía ser emparejada con, entre otras, Creta, cometa, asceta, servilleta, esteta e incluso poeta, sin ir más lejos. ¿No tiene algún modelo que se ajuste a mi ínfimo peculio?
-Mire, ya habrá que ir a uno de segunda mano. Precisamente tenemos una ganga que procede de un poeta que ha llegado a la fama y no quiere más lunas rielantes. Esta luna ha rielado todo lo rielable y el precio está muy ajustado. Algo desgastada está, claro, pero...
-No me muestre más. Adquiriré esta y ya la cambiaré si algún día la diosa Fortuna hace que mi estro vaya viento en popa a toda vela. Por cierto, mi obnubilación hacía que se me olvidara mi necesidad de una lona en la que gima el viento y un mapa que muestre Asia a un lado, al otro Europa y allá a su frente Estambul. ¡Ah, la poesía!
*Con este relato, el Autor fue galardonado con el 1º Premio del I Concurso de Relatos Breves “Lo bueno si breve...” convocado por la Universidad Popular de Zaragoza.
-Usted dirá, caballero. ¿Para qué la quiere? ¿Para poesía romántica, clásica, generación del 27, surrealista, vanguardia...?
-Mi mente está inmersa en un piélago de dudas. ¡Hierven en mí tantas sensaciones!
-Mire, no se preocupe. Yo le voy enseñando y así se podrá hacer una idea.
-Escúcheme, esa argéntea de la vitrina ¿está su rielar a la altura de su belleza?
-Hombre, ¡qué quiere que le diga! Dentro de un tipo medio no riela mal. Las vamos vendiendo, sobre todo para los poetas principiantes, aunque, si me permite aconsejarle, es preferible gastarse algo más y elegir una luna de un buen rielaje para toda la vida. Mire este otro modelo. Dos años de garantía. Le riela a usted igual en un soneto que en un alejandrino monorrimo. Le sirve hasta para verso libre. No le digo más.
-Hum. No se si encajará con mi musa, ¡Es tan veleidosa, etérea e inmisericorde!
-El cliente manda. Aquí tiene un modelo fabricado en China que riela algo amarillento, pero tiene la ventaja de que es plegable y lo puede llevar uno encima, por si la inspiración le coge a uno fuera de casa. Va con las pilas incluidas y las instrucciones en sueco y ruso.
-No sé si el escaso dinero que poseo me permitirá su adquisición. El euro ha desequilibrado mi economía, además de negarse a rimar con algo. La humilde y preterida peseta permitía ser emparejada con, entre otras, Creta, cometa, asceta, servilleta, esteta e incluso poeta, sin ir más lejos. ¿No tiene algún modelo que se ajuste a mi ínfimo peculio?
-Mire, ya habrá que ir a uno de segunda mano. Precisamente tenemos una ganga que procede de un poeta que ha llegado a la fama y no quiere más lunas rielantes. Esta luna ha rielado todo lo rielable y el precio está muy ajustado. Algo desgastada está, claro, pero...
-No me muestre más. Adquiriré esta y ya la cambiaré si algún día la diosa Fortuna hace que mi estro vaya viento en popa a toda vela. Por cierto, mi obnubilación hacía que se me olvidara mi necesidad de una lona en la que gima el viento y un mapa que muestre Asia a un lado, al otro Europa y allá a su frente Estambul. ¡Ah, la poesía!
*Con este relato, el Autor fue galardonado con el 1º Premio del I Concurso de Relatos Breves “Lo bueno si breve...” convocado por la Universidad Popular de Zaragoza.
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