Quisiera romper una lanza, quijotesca claro, por nuestra revista Barataria y la Asociación de Amigos del Libro. Hace un tiempo, la CAI puso en rodaje unas jornadas sobre el siglo XXI. Para iniciar un ciclo que durará cuatro años, vino con sus ochenta de experiencia socioeconómica en el corazón y la mente Alain Touraine, admirado en el mundo (con minúscula, plis) y leído en El País con frecuencia.
Hizo notar que ahora no hay religión global, estado global, sindicato global... sólo la economía es global, dominada por el mundo financiero. Llegó a decir que “se produce una rotura sin precedentes... por arriba la economía financiera y por debajo... nada”. Y en esta sociedad compleja y cambiante realzó como valor supremo al individuo. Pero el individuo, que se define por varias cosas, lo hace de forma muy importante a través de los atributos del nacimiento, y como tal la persona reclama derecho a ser musulmán, a hablar en su lengua, a dividir a la gente en suyos o ajenos, amigos o enemigos. Ello da lugar a que, en lugar de sociedad organizada, se vuelva a un mundo de comunidades radicales, personas afines con sistemas de control comunitario (así era el sistema nazi, y pueden ser grupos de musulmanes por ejemplo). El individuo encerrado en su ser. Y de ello es fácil llegar al problema del choque de comunidades.
Y aquí es adonde quería ir un servidor. Parece según opinión de este ilustre pensador que solamente podemos protegernos de estas radicalidades peligrosas a través de las redes que vaya formando la sociedad civil con pequeños grupos de gente ilusionadas con proyectos sociales o culturales, que sean contrapeso de las grandes afinidades excluyentes. Aquí pienso yo en nuestra Asociación de Amigos del Libro y en la Revista Barataria.
En general, la creación y fomento del asociacionismo creo que es positivo para reforzar la sociedad, porque pocos piensan que el modelo de sociedad que tenemos ha sido malo, pero pocos piensan también que esto no puede llegar a desaparecer... y entrar en una sociedad deshumanizada.
Cuando alguien habla y coincide con tus ideas, suele parecerte inteligente, dicho sea con perdón porque parece inmodestia. Touraine me pareció pero que muy puesto en su visión del mundo. Creo que desde la humildad de nuestra vida y vivencias hemos de recrear la sociedad, volviendo a poner en valor aquellas cosas, cosillas (principios y valores dicen los que predican) que nos unían hace unos años. Debe ser que me vuelvo (soy) viejo, pero sigo pensando que no se ha inventado nada mejor que la amistad.
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