(Cinéfilo y conferenciante)
Tomo prestado de mi amigo Rafael Castillejo este titular, para referirme a la adorada y siempre recordada Marilyn. Él le rindió homenaje en un acto celebrado en la Biblioteca de Aragón y tuvo esa idea, la de reflexionar sobre el hecho de que nuestra rubia favorita tendría ahora ochenta años si no hubiera dejado tan pronto este valle de lágrimas.
¿Cómo sería ahora, cómo luciría si es que lo podía hacer, seguiría siendo famosa? Estas y mil preguntas más nos podemos formular, lógicamente sin respuesta. Todas las que podamos dar nos remiten a nuestra imaginación, pero nuestro subconsciente nos dice que como mejor vemos a Marilyn es como aparece en las pantallas, con el tiempo detenido, eternamente bella y seductora. La muerte quizá acabara haciéndole un favor.
Es bien sabido lo difícil que lo tienen las actrices, y más aún las que tienen consideración de estrellas, cuando van cayendo los años sobre su documento de identidad. La industria es dura con ellas, se les exige algo así como la eterna juventud, y con frecuencia sus esfuerzos por parecer jóvenes acaban siendo patéticos.
Conseguir buenos papeles pasando a hacer de madre, incluso de abuela, resulta a veces tarea difícil. Se intenta mantener la imagen por la que se ha hecho famosa, con frecuencia viene un descalabro porque el público piensa que se ha bordeado el ridículo, y de la noche a la mañana se está pero ya no se es.
La propia Bette Davis tuvo que acabar poniendo un anuncio en la prensa. Actrices recientes como Debra Winger, Jessica Lange, Sally Field o las propias Meryl Streep o Glenn Close están teniendo serios problemas para mantener su nivel de estrellas, en el momento que han sobrepasado el dígito cinco en su edad.
Todo esto se lo ahorró Norma Jean Baker, la Monroe para el mundo y para la eternidad. Nuestros recuerdos siempre estarán adornados por su falda al viento en la noche neoyorquina, sus cabellos mojados por el viento que produce las cataratas, su mohín ante el asombrado vecino del piso de abajo, su leve carrerita en la estación al recibir el chorro de vapor, su bella cara triste ante sus compañeros de rodeo, que también van a morir en breve, su... Pongan aquí lo que quieran, todos tenemos unas cuantas imágenes como estas en nuestro disco duro.
Temiblemente nuestra Marilyn haría tiempo que estaría retirada del cine si hubiera seguido viviendo. Quizá se hubiera arrastrado por productos mediocres para las múltiples productoras de la tele, quizá llevara a sus espaldas cuatro o cinco matrimonios más, pero seguro que hubiera generado menos libros y menos comentarios que habiendo detenido su vida aquella noche de 1962.
Tantas y tantas aprendices de estrellas fueron lanzadas tras la muerte de nuestra rubia favorita, con la etiqueta de “nueva Marilyn”. Analicen el resultado. Ninguna ocupó su trono. Seguramente porque los espectadores no nos dejábamos. Seguíamos prefiriendo ver una y otra vez a la auténtica, a aquella que volvió locos a muchos directores y compañeros de reparto, pero que tenía algo especial que no se podía definir pero que cautivaba, lo que solamente tienen los elegidos.
Donde quiera que esté, felicidades por ser la octogenaria más guapa que hemos conocido.
*Incluimos este video en recuerdo de la glamourosa, y siempre sexy, Marilyn Monroe. Pinchad sobre él para verlo.
¿Cómo sería ahora, cómo luciría si es que lo podía hacer, seguiría siendo famosa? Estas y mil preguntas más nos podemos formular, lógicamente sin respuesta. Todas las que podamos dar nos remiten a nuestra imaginación, pero nuestro subconsciente nos dice que como mejor vemos a Marilyn es como aparece en las pantallas, con el tiempo detenido, eternamente bella y seductora. La muerte quizá acabara haciéndole un favor.
Es bien sabido lo difícil que lo tienen las actrices, y más aún las que tienen consideración de estrellas, cuando van cayendo los años sobre su documento de identidad. La industria es dura con ellas, se les exige algo así como la eterna juventud, y con frecuencia sus esfuerzos por parecer jóvenes acaban siendo patéticos.
Conseguir buenos papeles pasando a hacer de madre, incluso de abuela, resulta a veces tarea difícil. Se intenta mantener la imagen por la que se ha hecho famosa, con frecuencia viene un descalabro porque el público piensa que se ha bordeado el ridículo, y de la noche a la mañana se está pero ya no se es.
La propia Bette Davis tuvo que acabar poniendo un anuncio en la prensa. Actrices recientes como Debra Winger, Jessica Lange, Sally Field o las propias Meryl Streep o Glenn Close están teniendo serios problemas para mantener su nivel de estrellas, en el momento que han sobrepasado el dígito cinco en su edad.
Todo esto se lo ahorró Norma Jean Baker, la Monroe para el mundo y para la eternidad. Nuestros recuerdos siempre estarán adornados por su falda al viento en la noche neoyorquina, sus cabellos mojados por el viento que produce las cataratas, su mohín ante el asombrado vecino del piso de abajo, su leve carrerita en la estación al recibir el chorro de vapor, su bella cara triste ante sus compañeros de rodeo, que también van a morir en breve, su... Pongan aquí lo que quieran, todos tenemos unas cuantas imágenes como estas en nuestro disco duro.
Temiblemente nuestra Marilyn haría tiempo que estaría retirada del cine si hubiera seguido viviendo. Quizá se hubiera arrastrado por productos mediocres para las múltiples productoras de la tele, quizá llevara a sus espaldas cuatro o cinco matrimonios más, pero seguro que hubiera generado menos libros y menos comentarios que habiendo detenido su vida aquella noche de 1962.
Tantas y tantas aprendices de estrellas fueron lanzadas tras la muerte de nuestra rubia favorita, con la etiqueta de “nueva Marilyn”. Analicen el resultado. Ninguna ocupó su trono. Seguramente porque los espectadores no nos dejábamos. Seguíamos prefiriendo ver una y otra vez a la auténtica, a aquella que volvió locos a muchos directores y compañeros de reparto, pero que tenía algo especial que no se podía definir pero que cautivaba, lo que solamente tienen los elegidos.
Donde quiera que esté, felicidades por ser la octogenaria más guapa que hemos conocido.
*Incluimos este video en recuerdo de la glamourosa, y siempre sexy, Marilyn Monroe. Pinchad sobre él para verlo.
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