viernes, 14 de noviembre de 2008

Santiago Auserón: el trovador del rock en español


SANTIAGO AUSERÓN; EL TROVADOR DEL ROCK EN ESPAÑOL
José Ángel Monteagudo
Escritor


Nombrar a Santiago Auserón (Zaragoza, 1954), es citar una leyenda viva del rock nacional, un músico que fue líder del mítico grupo Radio Futura y después continuador de una obra poseedora de una impronta musical y literaria muy característica bajo el heterónimo de Juan Perro.
Santiago vivió sus primeros años en Zaragoza donde empezó a tomar contacto con la música (su padre era trabajador de la Base); Elvis, Duke Ellington, Ella Fitzerald, los Rolling, o Nina Simone, fueron algunas de sus primeras audiciones. Pronto empezó una época de periplo pues su padre, topógrafo de Obras Públicas, fue destinado a diversos lugares del territorio nacional; Torrelavega, Jaca o Huelva, fueron algunos de ellos. Alternó durante el Bachillerato las teorías de Kant con los discos de Eric Burdon & The Animals o de los Kink. Estudió Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid (siguió nutriéndose musicalmente hablando; la Velvet, Roxy Music, Brian Eno, Bowie, Dylan, Leonard Cohen), y allí conoce a la que posteriormente sería su esposa, Catherine François. Su influencia le lleva a iniciarse en la lectura de los escritores franceses (poetas del XIX, románticos, simbolistas y primeras vanguardias), y en 1977 marcha a la Universidad de Vincennes (Francia), siguiendo la huella de Gilles Deleuze o Jean François Lyotard, donde terminó su tesis sobre Antonin Artaud. Allí vivió el estallido del punk y en medio de esta vorágine musical, en la que alternaba sus estancias parisinas con sus viajes a Madrid, decide quedarse en la capital madrileña donde “comienza” su carrera musical.

Radio Futura calienta motores a principios de los ochenta e inicia la que iba a ser una de las más brillantes trayectorias de un grupo de rock en español (fue elegido por crítica y público como mejor grupo de la década de los 80). Santiago siempre ha intentado adaptar el modo de expresión de la música anglo-sajona a unos patrones propios, y literariamente a la métrica del español. Hablaremos principalmente de sus letras que interesaran, sobremanera, a nuestros amigos lectores. Su primer álbum nos tumbó con una lírica “Estatua en el jardín botánico” (Esperando un eclipse me quedaré, persiguiendo un enigma al compás de las horas), “La ley del desierto, la ley del mar” (1984), evoca a las fuerzas naturales más salvajes; “Tormenta de arena” (Con alas de pájaro herido rasgué el velo de la oscuridad) o “Semilla negra” (Ese beso entregado al aire es para ti, fruta que has de comer mañana. Guarda la semilla porque estoy en él y hazme crecer en una tierra lejana) dan prueba de unas letras misteriosas y espectaculares. “De un país en llamas” (1985) nos deja abrumadoras metáforas; “No tocarte” (Ese hombre que mide su tierra con arma de fuego ¿quién es? Ese tipo que ve tu pecado en el punto de mira ¿quién es?), “Han caído los dos” (Han caído los dos cual soldados fulminados al suelo y ahora están atrapados los dos en la misma prisión. Vigilados por el ojo incansable del deseo voraz, sometidos a una insoportable tensión de silencio) o “La vida en la frontera” (Hay hombres con miradas que fulminan como el rayo penetra en carne viva. Si matas generas un espectro que siempre ya, persigue y acecha) .

Un álbum que marca un punto excelso en la calidad de textos y música es “La canción de Juan Perro” (1987): “El hombre de papel” (Era un hombre de papel, era un juguete del viento, que en el cielo de la ilusión halló su propio infierno […] En su sonrisa irresistible se anuncia un suave cataclismo, pero el mismo amor abre un abismo entre los dos. Yo cambiaría mi traición por compromiso, pero en el fondo del compromiso hay una traición mayor. Nunca termina la guerra para los hijos del terror…), “Lluvia del porvenir” (Roto está el conjuro de los enemigos de este pueblo oscuro que ha de florecer. Del cielo negro cae la lluvia, lágrimas de contento inundan mis ojos. Exhalando su alma como un perfume, nuestros muertos descansarán) o “37 grados” (Pues aun que fuera un cadáver desnudo, por la presión del deseo estoy mudo, esta es la ley del embudo, ¡sí señor! Y con los brazos en cruz te me haces transparente y eres como una balanza con las pesas colgando por dentro, y siento agujas de hielo en tu aliento, y sé que hay gente esperando en la calle; eres un valle salado, yo soy noctámbulo viento), avalan una calidad literaria fuera de toda duda y muy por encima de letras más vulgares y redundantes que firman otros compañeros de profesión. Se nota, y mucho, el bagaje cultural de Santiago y en este disco destaca una radiante y mirífica adaptación de un poema de Allan Poe, “Annabel Lee”. Las letras de Santiago dan para mucho más en sus posteriores discos de Radio Futura pero no en este artículo, por lo que repasaremos alguna pequeña joya literaria de su época posterior, ya bajo el sobrenombre -alter ego- de Juan Perro.

Tras un ciclópeo trabajo en loor de la música cubana (el son, principalmente), Santiago –Juan Perro– inicia sus discos en solitario. “Raíces al viento” nos deja letras brillantes, sensuales, metáforas limpias; “Y si estás otra noche más en vela, llegará por fin la aurora misteriosa, a curar tu garganta con rocío de su mano virginal, voluptuosa, y a llevarse tu ansiedad en su pañuelo, cuando des con tus huesos en el suelo. En “La huella sonora”, cuyo título ya irradia una declaración de intenciones; “A la media luna” (Alabados sean los pies del viajero, la huella sonora que persigo yo, que se aleja y vuelve en alas del viento, pájaro del ánima del pensador. A la media luna giró la fortuna, a la noche entera que el viento cambió, ya asoma la luz por la Décima Esfera y besa la nube, rosal trepador). En “Mr. Hambre”, Santiago dignifica la lírica popular, “El Joraique”, una leyenda popular adaptada en forma de cuartetas, reza así: “Tus soldados, rey Felipe, no querrán poblar la tierra mientras ande con su gente el Joraique por la sierra”. Por último, el LP “Cantares de vela”–término tomado de Menéndez Pidal sobre los cantares populares– no tiene desperdicio: “No más lágrimas” (Nadie puede ser el dueño de los mares del ensueño, y la flor del pensamiento la deshoja el viento), “El son de los muertos” (Voy a la deriva, amor, que no me dejan en calma los vientos de mal humor. Amor, no puedo pensar, tengo en el alma un desierto lo tengo que atravesar…), “Yo no quiero ser real” (Dicen que la realidad es desdicha y sinsabor, para que apurar el vaso de tan amargo licor. Si el negocio está en cambiar realidad por ilusión, prefiero vivir cantando debajo de tu balcón), “Luz de barrio” (Ten cuidado plata fina, oro en paño ve con tiento, que hay cuchillo en el ambiente y mucho loquito suelto) o “La mala fama”, un soneto en toda regla vestido de blues con esencia urbana.
Demasiado artista para tan poco espacio. Si alguien quiere interesarse por la literatura de Santiago Auserón, el libro “Canciones de Radio Futura”(Pre-textos,1999) presenta en crudo las letras de sus canciones, sin acompañamiento musical que enmascare la palabra. Literatura en estado puro.

*La foto es de Jerónimo Álvarez y corresponde a la portada del LP “Mr. Hambre”

Podéis escuchar a Santiago Auserón cantando una adaptación del poema de Edgar Allan Poe, “Annabel Lee”, pinchando el video que viene a continuación.


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