lunes, 17 de noviembre de 2008

SABER MENTIR por Fernando Gracia


SABER MENTIR por Fernando Gracia

El motivo por el que me decidí a comprar la última novela de la joven escritora Marta Rivera de la Cruz fue de simple simpatía. Había tenido la oportunidad de que me la presentaran hace un par de temporadas, cuando fue finalista del Planeta y acudió a un Club de Lectura de nuestra ciudad para debatir sobre su libro “En tiempo de prodigios”.

Tuve que hacer acopio de algunos datos cuando me pidieron que la presentara en público y la experiencia fue muy agradable, porque me pareció una joven con la cabeza bien amueblada, además de simpática y de agradable presencia. Así que al ver un nuevo libro en las estanterías no lo dudé, lo adquirí, y lo que es más importante, me dispuse a leerlo.
Su título, “El inventor de historias”, ya nos encamina hacia la trama. Un tipo que hace fortuna a base de inventar excusas para sus clientes, que les salvan de problemas matrimoniales, empresariales o de cualquier otro tipo. Con el tiempo amplía el negocio y pasa a imaginar biografías completas de otras personas, para disimular pasados poco gloriosos o simplemente para aparentar.

La novela no alcanza grandes cotas literarias, ni creo lo pretenda, pero sí supone todo un ejercicio de imaginación, ya que el protagonista no hace sino lo que en cierta medida hacen los novelistas, fabular y fabular, inventar, mentir, ponerse en lugar de otro.

A la gente no le importa que le mientan, si se hace con coherencia. Parece que la autora viene a decir que a lo mejor tras la inmensa mayoría de historias que se nos cuentan no hay sino un cúmulo de mentiras, que tras ser repetidas una y otra vez alcanzan la consideración de verdades.
Pienso si los novelistas no son también sino unos mentirosos, que saben envolver con mayor o menor gracia sus mentiras, que nosotros los lectores nos creemos porque nos gusta que nos mientan, siempre que lo hagan con talento.

Esto no es una crítica literaria, lejos de mí el hacerlo, en primer lugar por mi propia falta de talento para ello. Vamos a dejarlo en una modesta reflexión y, a lo mejor, para algún desocupado lector de blogs, una sugerencia para que lea un libro con el que pasará un buen rato.

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