Hoy día, en estos tiempos de crisis que corren, me viene a la cabeza un artículo que escribió D. Miguel Caballú en la revista Barataria (año 2006), año en que no nos acordábamos que "la economía iba en serio" (parafraseando a Gil de Biedma) y algunos creían que eran ricos de verdad.
POBRES RICOS POBRES
por Miguel CABALLÚ ALBIAC
(Académido delegado de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis)
Quien tiene un piso es millonario, en antiguas pesetas. Se está produciendo un efecto riqueza en la sociedad. Con la nefasta y engañosa subida del precio de la vivienda, toda persona que tenga un piso en propiedad, se cree millonaria. “Me darían millones”, “Por uno, peor que éste han dado un fajo de millones” ¡Hala! Todos millonarios.
Además muchas cosas ayudan a que la gente se crea millonaria: hay viajes en avión a un euro; se pueden hacer baratísimos cruceros que si pagas uno, van dos; los móviles reducen el mundo y sus distancias; las entidades financieras dan hipotecas con una generosidad alarmante; en los supermercados hay de todo, muy abundante, con muchas promociones, y además todo muy saludable; las tarjetas de plástico ponen a tu disposición solamente con una firma, y a veces hasta sin firmar, un mundo de consumo; ¿y qué me dicen de los coches? Entras a preguntar por un modelo y te lo llevas envuelto y con lazo como si fuera un regalo. Incluso el cambio al euro ha hecho que se desprecien los céntimos, que se minusvaloren las monedas, hasta el punto de olvidar que una de dos euros son 325 pesetas, y un billete de 50, los que más circulan, equivale a más de ocho mil de las de antes, cuando éramos pobres.
Los cambios duraban siglos, ahora ni siquiera años. Todo el mundo parece millonario, y lo peor es que se lo cree, simplemente porque tiene un piso que valdría millones.
Pues no, oiga, no. ¿Han oído hablar de la realidad virtual, la que ofrecen los omnipresentes ordenadores? Lo virtual existe, pero no es. Pues esta riqueza me parece también virtual. Algún día nos daremos cuenta que, ahora, para ser millonario, además del piso hay que tener también millones... de euros, por ejemplo.
POBRES RICOS POBRES
por Miguel CABALLÚ ALBIAC
(Académido delegado de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis)
Quien tiene un piso es millonario, en antiguas pesetas. Se está produciendo un efecto riqueza en la sociedad. Con la nefasta y engañosa subida del precio de la vivienda, toda persona que tenga un piso en propiedad, se cree millonaria. “Me darían millones”, “Por uno, peor que éste han dado un fajo de millones” ¡Hala! Todos millonarios.
Además muchas cosas ayudan a que la gente se crea millonaria: hay viajes en avión a un euro; se pueden hacer baratísimos cruceros que si pagas uno, van dos; los móviles reducen el mundo y sus distancias; las entidades financieras dan hipotecas con una generosidad alarmante; en los supermercados hay de todo, muy abundante, con muchas promociones, y además todo muy saludable; las tarjetas de plástico ponen a tu disposición solamente con una firma, y a veces hasta sin firmar, un mundo de consumo; ¿y qué me dicen de los coches? Entras a preguntar por un modelo y te lo llevas envuelto y con lazo como si fuera un regalo. Incluso el cambio al euro ha hecho que se desprecien los céntimos, que se minusvaloren las monedas, hasta el punto de olvidar que una de dos euros son 325 pesetas, y un billete de 50, los que más circulan, equivale a más de ocho mil de las de antes, cuando éramos pobres.
Los cambios duraban siglos, ahora ni siquiera años. Todo el mundo parece millonario, y lo peor es que se lo cree, simplemente porque tiene un piso que valdría millones.
Pues no, oiga, no. ¿Han oído hablar de la realidad virtual, la que ofrecen los omnipresentes ordenadores? Lo virtual existe, pero no es. Pues esta riqueza me parece también virtual. Algún día nos daremos cuenta que, ahora, para ser millonario, además del piso hay que tener también millones... de euros, por ejemplo.
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