Nuevo libro de relatos de Óscar Sipán (Huesca, 1974), que ronda ya la decena de los suyos y que incide en un idilio singular –casi de otros tiempos- con la literatura. Y ello por la precocidad con que se dedicó al oficio, por la intensidad con que lo ejerce y por la fe en la letra impresa que demuestra en cada uno de sus textos. “Avisos de derrota” reúne diez cuentos breves, premiados en casi todos los casos en otros tantos concursos literarios, y esta es otra circunstancia que singulariza la trayectoria de Óscar Sipán: la excepcional cantidad de premios que acumulan sus escritos.
En ocasiones, el propio autor ha señalado que tratar de vivir por y para la literatura conlleva alguna servidumbre –si se puede entender así- o que el acceder –casi como modo de vida- a sucesivos concursos puede marcar en cierta medida un estilo, un modo de hacer. Quienes se han ocupado ya de los libros de Sipán han señalado invariablemente la pulcritud de su prosa, la cuidada construcción de sus historias, que dejan siempre una secuela de inquietud y de extrañeza en el lector, o un marcado gusto por crear mundos entreverados de literatura o cine donde los personajes tienden a fundir ficción y realidad. “Avisos de derrota” sigue fiel a esta manera del escritor oscense, pero también supone, a mi juicio, una variación de cierta relevancia, un salto hacia otros terrenos. No cabe duda de que sin riesgo, sin incertidumbre, nohay hallazgos que merezcan la pena. Y Óscar Sipán ha apostado y ha ganado de nuevo, ya no tanto en el ámbito de los concursos sino en el de la pura y simple literatura.
El libro viene dedicado a Karpov, el perro galgo del escritor y su “primer aviso de derrota”, porque su compañía se entiende como paliativo de la soledad, según cabe deducir. Y ya desde el título, Sipán deja que irrumpa abiertamente la vida, su vida, en los textos y este es el probablemente el principal giro que adopta la obra con respecto a libros anteriores. Así, desde una necesidad honda de contar y de contarse, nos habla de la pérdida irremisible de la infancia (“Maradona no volverá a jugar”) o del deterioro de las relaciones humanas, esto es, del amor y de su sombra, el desamor (“El dios de las camareras”, “Cuarenta días de niebla”). Otros textos, en los que se reconoce tal vez mejor al narrador de otras ocasiones, indagan en la frontera entre vigilia y sueño, realidad y fantasía, en un afán por ampliar o cuestionar la percepción rutinaria de las cosas (“Il mondo mío”, “Memento mori”). En este sentido, hay veces en que el escritor prefiere guiarnos más por la realidad de la literatura que por la inconsistencia de la vida, así en “La jaula de Faraday”, homenaje a los escritores uruguayos Nelson Marra y Juan Carlos Onetti, apresados y torturados por la dictadura de Juan María Bordaberry en los años setenta. También “El sonido de matar y el sonido de morir” entremezcla con indudable acierto cine y vida, hasta difuminar los límites. Y es que la literatura, el cine, son realidades tan consistentes al menos como la de cada día cuando se está “enfermo de literatura” y “cuando algunos libros significan más que la sangre”, según dice el autor. “Avisos de derrota” es, en fin, un libro de madurez, el trabajo depurado y concienzudo de un escritor que se vuelca por completo en cada historia.
* Publicado en Heraldo de Aragón (Suplemento Artes&Letras).
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