domingo, 16 de noviembre de 2008

Emilio Prados por José Ángel Monteagudo



Hoy he vuelto a releer a uno de mis poetas preferidos, Emilio Prados. Después de comer me he dirigido a mi biblioteca particular y, tras mucho pensar, me he decidido por el libro "Jardín Cerrado".
El malagueño fue integrante de la genial generación del 27 y aunque, quizá, no fue uno de los vates de primera línea de la Generación, sí es uno de los que más tempranamente me calaron en las lecturas de juventud. Su abuelo Miguel Such le inculcó su amor por los libros y cuando le conceden una plaza en el grupo de niños para la Residencia de estudiantes de Madrid conoce a Juan Ramón Jiménez, hecho que dirige su camino de forma definitiva hacia la poesía. Entabla amistad, en la mítica Residencia de estudiantes, con García Lorca, Luis Buñuel, Dalí y Pepe Bello.
Debido a una enfermedad pulmonar pasa una temporada en un sanatorio de Suiza y cursa estudios en la universidades de Berlín y Friburgo, conociendo a Picasso y a otros artistas mundiales. Tras este paréntesis regresa a Málaga y junto a su compañero Manuel Altolaguirre funda la mítica revista “Litoral”, órgano de expresión de muchos de los integrantes de la Generación del 27 además de otras figuras intelectuales y artistas de la época (Falla o Picasso, participaron con sus colaboraciones). En esta época su obra bebe de los elementos puristas de la época, dotándola también de claros reflejos vanguardistas. Tiempo o Canciones del farero, son algunas de sus obras de esta época.

Su clara conciencia y compromiso social, le hace decantarse por los sectores más desfavorecidos de la sociedad. En la II República trabaja del lado republicano y se traslada a Madrid donde formará parte de la Alianza de Intelectuales Antifascistas junto a gran parte de los intelectuales de la época (Rosa Chacel, Gómez de la Serna, María Zambrano, Alberti, Ramón José Sender, Luis Cernuda, Miguel Hernández, Luis Buñuel, José Bergamín, Manuel Altolaguirre, Pedro Garfias, Max Aub o Arturo Serrano –entre otros–, formaron parte de esta Alianza). Esta época se define en su poesía por un giro hacia la óptica social y de trasfondo político, La voz cautiva, Llanto en la sangre, El llanto subterráneo o Cancionero menor para los combatientes, son parte de esa obra en esta época. Recibe el Premio Nacional de Literatura en el año 1938 y se traslada a Barcelona para, tras la derrota republicana, marcharse finalmente exiliado a París.
Tras una breve estancia en la capital francesa, Emilio Prados partirá definitivamente hacia México. Esta etapa se caracterizará por la soledad, una poesía cargada de elementos más filosóficos y de conceptos solidarios. Esta etapa aunque más densa nos ofrece dos poemarios que a mí me parecen verdaderas joyas; Jardín cerrado y Mínima muerte. Como expresaba en uno de sus poemas; “Hay voces libres y voces con cadenas.” Creo que la voz de Emilio siempre fue de las primeras hasta sus últimas consecuencias. Para cerrar esta breve reseña reflejaré uno de mis poemas preferidos de Emilio Prados, “Canción”, que ha sido el que he releído hace un rato y ha abierto el camino para este breve pero intenso recuerdo.

CANCIÓN

Puente de mi soledad:
con las aguas de mi muerte

tus ojos se calmarán.
Tengo mi cuerpo tan lleno

de lo que falta a mi vida,

que hasta la muerte, vencida,

busca por él su consuelo.

Por eso, para morir,

tendré que echar hacia dentro

las anclas de mi vivir.


Y llevo un mundo a mi lado

igual que un traje vacío
y otro mundo en mí guardado

que es por el mundo que vivo.

Por eso, para vivir,

tendré que echarme hacia dentro

las anclas de mi morir.
Puente de mi soledad:

por los ojos de mi muerte

tus aguas van hacia el mar,
al mar del que no se vuelve.


Si queréis saber algo más de la vida de Emilio Prados pinchad en las ventanas y veréis un video sobre su vida que emitió Canal Sur.





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