Sesión nº 75
JUGLARÍAS CUMPLE VEINTE AÑOS
TEATRO ESPAÑOL DEL SIGLO XX
Martes,
10 de marzo de 2015
Salón de Actos
BIBLIOTECA DE Aragón
CALLE DOCTOR CERRADA, 22 –
ZARAGOZA
ASOCIACIÓN ARAGONESA DE AMIGOS DEL LIBRO
Grupo JUGLARÍAS
Sesión nº 75
JUGLARÍAS
CUMPLE VEINTE AÑOS
TEATRO
ESPAÑOL DEL SIGLO XX
Escenas
de:
I – Los grandes autores de las primeras
décadas
Jacinto
Benavente: “Los intereses creados”
Carlos
Arniches: “La señorita de Trevélez”
Ramón
del Valle-Inclán: “Ligazón”
II – Los grandes autores víctimas de la Guerra Civil
Pedro
Muñoz Seca: “La venganza de don Mendo”
Federico
García Lorca: “Bodas de sangre”
Alejandro
Casona: “La dama del alba”
III – Los grandes autores de la segunda
mitad del siglo
Miguel
Mihura: “Tres sombreros de copa”
Antonio
Buero Vallejo: “En la ardiente oscuridad”
Antonio
Gala: “Anillos para una dama”
Intervienen (por orden de aparición):
Ana María Martínez
Luís Trébol
Susana Torres
Tomás Martín
Joaquín Muñoz
Loretta García
José Mª Hdez. de la Torre
Fernando Gracia
Selección y coordinación: José María Hernández de la Torre
Juglarías alcanza el número setenta y
cinco de sus sesiones al mismo tiempo que cumple veinte años de existencia, y
quiere celebrar la coincidencia rememorando aquel primer programa con el que se
presentó en este salón, el 21 de marzo de 1995, por iniciativa e impulso del
inolvidable Joaquín Mateo Blanco. Consiste en la lectura dramatizada de nueve
escenas de obras de otros tantos autores, en una muestra –discutible, desde
luego- que se pretende representativa de la literatura teatral española del
siglo XX. Se trata de dramaturgos de primera fila, de estilos variados y
preocupaciones estéticas diferentes, pero en todo caso de reconocido talento:
nombres seguros para cualquier selección. Las escenas elegidas pertenecen a
piezas de calidad y éxito indiscutidos, y que, dentro de ellas, forman pequeñas
unidades casi autónomas, que pueden comprenderse en sí mismas y que en cierto
modo sintetizan el contenido esencial de cada obra, aunque, naturalmente,
adquieran su cabal sentido en su ilación dentro de aquélla.
Se agrupan en tres
etapas cronológicas. La primera engloba autores que ya eran conocidos al
comenzar el siglo, si bien lo más importante de su creación es de aparición
posterior. Jacinto Benavente (Premio Nobel 1922), Carlos Arniches y Ramón del
Valle-Inclán tenían la misma edad (los tres nacieron en 1866), aunque lenguajes
literarios muy distintos: Los intereses
creados (1909) es una “comedia de polichinelas” y La señorita de Trevélez (1916) una “tragedia grotesca”, pero ambas
con intención de crítica social; en cuanto a Ligazón (1926), el autor gallego la denomina “auto para siluetas”,
que incluye en el Retablo de la avaricia,
la lujuria y la muerte y participa del ambiente de su trilogía de las
“comedias bárbaras”.
Los tres autores
presentados de la segunda etapa son, de un modo u otro, víctimas de la Guerra Civil. Pedro
Muñoz Seca (1879) y Federico García Lorca (1898) fueron asesinados (fusilados
sin juicio), uno por cada bando, en los
primeros meses de la contienda (1936); comparten también el hecho de que las
obras a las que pertenecen los fragmentos seleccionados están escritas en
verso, si bien de contenidos y recursos escénicos diametralmente opuestos: La venganza de don Mendo (1918) es una
“astracanada” que parodia de forma divertidísima los excesos argumentales y
verbales del drama romántico, mientras que Bodas
de sangre (1933) relata en clave
poética una “tragedia rural” basada en la realidad de un crimen pasional
conocido por la prensa. Poético es también, pero en prosa, todo el teatro de
Alejandro Casona (1903), víctima no cruenta, pero que hubo de exiliarse y vivir
muchas años en América, donde estrenó la mayor parte de su obra dramática, de
la que es ejemplo destacado La dama del
alba (1944), donde el sueño y la fantasía se entretejen con la realidad de
un drama campesino.
De la tercera
época son tres autores que han triunfado en la segunda mitad del siglo. Miguel
Mihura (1905) fue un excepcional humorista que en Tres sombreros de copa (escrita en 1932 pero no estrenada hasta
veinte años después) anticipa algunas claves del “teatro del absurdo” europeo
posterior. Buero Vallejo (1916) es, quizá, el más importante dramaturgo español
contemporáneo, que utiliza simbólicamente las limitaciones físicas o psíquicas
para dramatizar la actitud del ser humano frente a los condicionantes sociales
y políticos de su entorno, enlazada con un sentimiento trágico de la esperanza
–de raíz unamuniana-, línea que queda manifiesta desde sus primeras obras, como
En la ardiente oscuridad (1950). Y
Antonio Gala (1930) es uno de los autores de las generaciones posteriores con
más aprecio de crítica y público, de lo que es buena muestra Anillos para una dama (1973), donde, con
lenguaje a la vez irónico, brillante y coloquial, se sirve de una visión
desprejuiciada de la Historia
para indagar en problemas que, por ser de siempre, son también plenamente
actuales.
Puede decirse
que no están todos los que son, pero son todos lo que están, y ellos pueden
sintetizar dignamente la historia teatral española del siglo XX.