Escritor
Corría el año 1977 cuando el punk irrumpe en escena devorando lo que encuentra a su paso. Rebeldes, contestatarios, antisistema, provocadores, los lemas consabidos de “No future” o “Házlo tú mismo”, y con unas marcadas señas de identidad; cazadoras de cuero y camisetas pintadas, pelos enhiestos coloreados cuando no crestas mohicanas, cadenas e imperdibles, botas militares… El germen surge en Inglaterra, con Londres como epicentro, el paro, la crisis del petróleo, la marginalización, crean el caldo de cultivo para que los jóvenes -ante el negro horizonte que se presenta- abracen una nueva forma de expresarse y de ver las cosas. Multitud de nuevos grupos aparecen en un panorama musical paralelo al de los grandes dinosaurios del rock, y con unas letras impactantes que hablan de las realidades sociales que viven en primera persona acaban por calar en una juventud que se identifica de forma definitiva. Si bien otros grupos ya habían iniciado el camino “musical” años antes (Ramones, Dictators…, ambos al otro lado del Atlántico), el componente social de las letras fue exclusividad del punk británico.
Sex Pistols abren brecha con sus escándalos y salidas de tono, su canción “God save the queen” es todo un clásico, pero aparecen en escena otros grupos como Damned, Siouxsie & The Banshees (con el que tocó Robert Smith, después “The Cure”), Buzzcocks, y por supuesto The Clash. Estos representaron la rama más politizada del movimiento punk frente al nihilismo que exhibían otros grupos pero también el ala más creativa. Sus componentes principales fueron Joe Strummer y Mick Jones, a las guitarras y Paul Simonon al bajo, la batería fue ocupada principalmente por Terry Chimes y después por Topper Headon al que acabaron echando debido a su adicción a la heroína. Su primer LP “The Clash”(1977) contiene toda la esencia del punk, velocidad, furia, mala hostia, y temáticas diarias y sociales en sus letras; “London´s burning”, “Garageland”, “Career oportunities”, “Hate&War” o “White Riot”, reflejan ese ambiente y se atreven a flirtear con el reggae en “Police & Thieves” influenciados por los residentes jamaicanos en la isla (recordemos su relación con Lee Perry). Su segundo LP “Give ´em enough rope” (1978) avanza en la contundencia del sonido y también en la de las letras; “Safe european home”, “English Civil war”, “Tommy Gun” o “Stay Free” son claros exponentes de este nuevo paso adelante.
Pero el paso definitivo y contundente viene con la edición del “London Calling”(1979), un doble álbum que se vendió, por empeño del propio grupo (aprovecharon una artimaña para meter un nuevo LP en vez de un single y un LP que les había concedido la compañía discográfica, CBS), a precio de sencillo. En principio se iba a titular “El nuevo testamento”, pero se quedó con el del titulo del primer corte del LP. Le hubiese ido también al pelo porque “London Calling” es una revelación musical, un álbum redondo desde el principio, de hecho fue calificado por la crítica como el mejor LP de la década de los 80 y entre los quinientos mejores discos de todos los tiempos. Con influencias de todo tipo, mezcladas en cada surco de estas 19 obras pero que en ningún momento carraspean entre ellas; el reggae (“Revolution Rock”, “Rudie can´t fail), el Ryhtm & Blues e influencias adyacentes (Brand New Cadillac, Hateful), el ska (Wrong ´em boyo), jazz (Jimmi Jazz), y sus vertientes roqueras como punk rock, eso sí, de una forma mucha más elaborada y arreglada –menos velocidad, más calidad- (London Calling, Koka Kola, Clampdown, Four horsemen), pop rock (Lover´s Rock, Spanish Bombs –aunque la letra es combativa a fondo-, The right profile, I´m not down) derivando a veces hacia formas más calmadas (Lost in the supermarket, The guns of Brixton –que nuevamente, bajo un ritmo contundente de bajo va explicitando en una letra magnífica las “excelencias” del sistema-) y algunas canciones que derivarían hacia un tipo de rock más estilista (The Card Cheat). Y para rematar el disco una canción no incluida en los créditos “Train in Vain”, un pequeño diamante para rematar este espléndido y apabullante disco. El productor, Guy Stevens, también tuvo parte importante en la gestación del mismo. Stevens comenzó en el sello Island, editando buenos discos y acabó desarrollando su faceta de productor. Alcohólico, encarcelado por asuntos de drogas… vamos, una joya, pero que tenía las ideas muy claras respecto a su trabajo con el grupo y así lo llevó a cabo.
La instrumentación es la justa y necesaria –nunca barroca o simplista- y sobre todo acertada en cada uno de sus temas, y el registro temático es, sencillamente, deslumbrante. Pero ¡ojo!, esa búsqueda y reflexión de sonidos no adquiere su “domesticación” en las letras que aunque más elaboradas descargan contundencia: “Spanish Bombs” –Bombas españolas- (Canciones españolas en Andalucia, los lugares del tiroteo en el 39. Federico Lorca está muerto, agujeros de bala en la pared del cementerio y los coches negros de la Guardía Civil)[1], “Working for he clampdown” –trabajando para el sistema- (Creces y te vuelves tranquilo, empiezas a vestirte de azul y marrón, consigues a alguien a quien mandar y eso hace que te sientas importante. Te dejas llevar por la corriente hasta volverte brutal. Estas trabajando para el sistema.), “Guns of Brixton” –Pistolas de Brixton- (Cuando lleguen pegando patadas a tu puerta ¿cómo vas a salir? Con las manos en la cabeza o en el gatillo de tu pistola. Cuando la ley irrumpa ¿cómo vas a salir? Muerto en el pavimento o esperando en la celda de los condenados). The Clash: compromiso, antifascismo, idealismo a ultranza, combativos, polémicos, geniales…
¿Y qué decir de la portada? Ese cover de Elvis Presley, con la imagen de Simonon a punto de estampar en un concierto su bajo contra el suelo del escenario del Palladium de New York (la foto es de Pennie Smith). Sencillamente enérgica y brutal, furiosa y contundente.
Serían innumerables las influencias posteriores de este trabajo y no hay espacio físico por lo que nos quedaremos con la esencia del mismo, la calidad de uno de los discos imprescindibles de cualquier discografía relevante. Que el punk no les asuste (al final acabó fagocitandose por el propio sistema al que vituperaban), si no han escuchado este disco atrévanse, disfrutarán, y si ya lo habían escuchado busquen otra vez el disco entre su discoteca particular y denle a tope a los altavoces que 30 años no es nada. Les aseguro que no podrán abandonarlo. “London Calling”, “Londres llamando a las ciudades lejanas ahora que se ha declarado la guerra y ha comenzado la batalla. London is drowning and… I live by the river”.
*Publicado en la revista BARATARIA (mayo 2010)
[1] Strummer fue un enamorado de España, y la visitó varias veces.