martes, 3 de febrero de 2009

DOS POETAS AL LÍMITE

por Ricardo Vázquez-Prada (Escritor)

Mientras el mundo se hunde conducido a la crisis y a la nada por un ignorante llamado Bush –auxiliado febrilmente en su día por otro estulto llamado Aznar–, dos poetas de Aragón alumbran, ajenos al galopante caos que nos asalta, dos obras maestras de la poesía de nuestro tiempo. Son dos tipos valientes, arriesgados, que no dudan en dejar atrás a los posrománticos, a Bécquer y a su legado, a los del 27 y a los que les siguieron, a la poesía de la experiencia y otras zarandajas varias para abrir camino por una selva inexplorada, en la que, cual funámbulos inestables, se juegan la vida a cada instante. Si perdieran pie, se irían al carajo; si sus poemas cojearan, caerían en el abismo. Pero no lo hacen. Tienen un instinto prodigioso y saben por intuición envidiable y por la magia del arte, de la palabra exacta en el lugar exacto, escapar a todas las trampas. Juegan a placer con el toro avieso de lo cotidiano y saben elevarse a lo más alto por la sola fuerza de su ingenio. Son, digámoslo ya, Manuel Vilas y José Luis Gracia Mosteo. Los dos me han procurado en los últimos tiempos instantes mágicos con dos libros increíbles: "Calor", del primero, y "Blues de los bajos fondos" (éste aún no publicado cuando escribo estas líneas, premio de poesía "José Verón Gormaz" 2008), del segundo. Leñe, ¡qué buenos son! Si fueran franceses estarían en todas las revistas, en todos los programas, en todas las antologías. Pero estamos en España y aquí o eres amigo de inanes palurdos poderosos o sigues hasta el tránsito final en tu ignorada y esquiva ratonera.
"Calor" es un prodigio. Un día entré en la FNAC, y como allí no te echan a patadas si lees un rato un libro, entré de lleno en el poema del crematorio del padre del poeta. Se me puso la carne de gallina. Brutal. Incendiario. De una intensidad atroz. Compré el libro. No podía dejar de comprarlo. Era demasiado bueno. Y eso que ya no caben más libros en mi casa. Hay tantos que cualquier día nos echarán del piso a mi desesperada mujer y a mi, y tendremos que ir a vivir debajo de un puente. Pero da igual si es tan bueno como "Calor", tan hondo, tan lleno de ritmo interno, de fuerza telúrica. Leche, Vilas, te están convirtiendo en un monumento literario vivo. Y además, joven.

¿Y qué decir del "Blues" de Gracia Mosteo? Otra expresión de tremenda intensidad, fuerza expresiva, valor, riesgo, dominio asombroso del lenguaje, del clásico y del de la calle, con sus rasgos canallas, su desfile implacable de putas y macrós, sus dobles historias, sus personajes tan vivos que parecen sacados a empellones del barrio chino en mitad de una pelea, de una orgía o de un acto de amor mercenario. Leñe, Mosteo, que esto ya es "demasiao", como dice la canción de Sabina, que cualquier día saldrás en la tele en prime time porque no se puede ir por la vida de colgao y de pirao, y con tanto talento.

Dos libros para morirse de envidia. Tras leerlos he estado a punto de coger mis tristes y envejecidos poemas pos 27, para arrojarlos por el inodoro y tirar definitivamente de la cadena. Pero no lo he hecho por debilidad y porque me compadezco estúpidamente de mi mismo, lo que prueba que ya estoy viejo. Sea como fuere, ¡enhorabuena a los dos y ojalá sigáis en la brecha!

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