de José Luis de Arce
Me abrumaba José Ignacio con los envíos electrónicos de sus poemas, escritos, trabajos, pensamientos; inundaba mis mañanas con la fluidez de sus palabras, con el torrente de su literatura, se atascaban mis buzones con el tropel de papeles que siempre acompañan la figura bondadosa de José Ignacio… Yo seguía con interés la evolución de este hombre sincero, sencillo y tocado de la gracia de la ingenuidad que, como el confiesa repetidamente en sus escritos, sintió desde niño la vocación de escribir… Vocación que ha mantenido hasta el punto de hacer de ella una profesión a la que dedica su tiempo, su vida y su ilusión.
Aunque su obra es múltiple y dispersa, hay siempre un hilo conductor que interconexiona todos sus trabajos. De Torres-Solanot, ilustre hijo de Poleñino, está haciendo de su misma vida un libro de memorias; una autobiografía que el mismo ha tildado en ocasiones de surreal; una obra que se agranda con el paso del tiempo y de los años, que se expande con las nuevas vivencias del autor, que las va recogiendo como quien corta las espigas, poco a poco, y las va engavillando amorosamente hasta hacer con ellas un centón.
Una vez le dije a José Ignacio que debería recoger todos sus escritos, ordenarlos de alguna manera, alinearlos y conformar con todos ellos un único libro; una única obra que, precisamente, respondiese a ese espíritu que yo adivinaba.
–Todo esto es tu biografía –le indiqué– y como tal debes tratar tus papeles; y aunque hay también muchos pensamientos, caben perfectamente como acompañantes en el devenir que nos relatas. Por tanto, por qué no hacer un solo libro con todo ello? Será, seguramente un primer tomo; y más adelante, preparas un segundo que recoja nuevos años y nuevas experiencias de tu vida.
Parece que José Ignacio me ha hecho caso, y aquí está el fruto de su esfuerzo. Este libro variado que contiene, en cualquier caso, una biografía interesante y que muestra la madera de escritor que anida en el alma limpia de José Ignacio. Todo en él es amable y transmite un aura de bondad e inocencia más que relevantes; y sin embargo, se trasluce también una ironía notable, una sutil crítica social, una mirada estupefacta ante la realidad de este mundo que no parece atraer especialmente al autor.
José Ignacio se queda, se recrea y se regocija en la esencia de lo que para él ha sido la vida: su familia, sus amistades, su primer amor, la casa, el pueblo, los afanes de escribir, el increíble impulso creativo que le mueve, la inquietud por publicar, su distancia del dinero. Y reflexiona también sobre la vida, el amor, el sufrimiento, la amistad, las creencias…
Estoy convencido de que la lectura de este libro va a atraer a los lectores hacia el mundo onírico e inocente que plantea su autor en cada página. Va a inducir a la sonrisa; va a provocar alguna que otra lágrima y va a despertar curiosidad para tratar de descubrir qué hay detrás de José Ignacio.
Yo creo que, sencillamente, tras este hombre se esconde un escritor con habilidad para el oficio, con cosas que contar y con un lugar al sol de las letras verdaderas. Espero que el tiempo nos de la razón; y que José Ignacio encuentre las oportunidades que merece para conseguir el aprecio y el afecto de los lectores.
El mío lo tiene desde siempre.
*En la foto, el autor del libro, JOsé Ignacio Torres-Solanot
No hay comentarios:
Publicar un comentario