“Vázquez-Prada, cantos para la tierra baldía”.-El veterano periodista pone música e interpreta poemas propios en una maqueta de diez canciones a la guitarra, acompañado por su hijo Miguel.
“Nunca habíamos tocado juntos. Y un día nos pusimos a grabar de improviso. Me dijo: tú vete tocando, yo te sigo”. Y arrancaron con “He de viajar al alba”. El periodista Ricardo Vázquez-Prada la había escrito evocando dos noches en la UCI, donde, recién operado y lleno de tubos, se sintió sereno, sedado, flotando: “Aceptarías la muerte en ese momento”, recuerda.
“Nunca habíamos tocado juntos. Y un día nos pusimos a grabar de improviso. Me dijo: tú vete tocando, yo te sigo”. Y arrancaron con “He de viajar al alba”. El periodista Ricardo Vázquez-Prada la había escrito evocando dos noches en la UCI, donde, recién operado y lleno de tubos, se sintió sereno, sedado, flotando: “Aceptarías la muerte en ese momento”, recuerda.
Entra la primera guitarra en tono grave: He de viajar al alba/a la tierra baldía, en la que nada crece… Miguel, el hijo mayor, arranca con un punteo cauto, como de puntillas, por esa marcha desolada, casi fúnebre, hasta que se suelta e irrumpe en medio de la canción con un solo maravilloso. Esa grabación improvisada, irrepetible, ha quedado en una maqueta de diez canciones, extraídas del poemario Como el viajero herido, el primero de Ricardo.
“Me he resistido a publicar, le tengo mucho respeto a la poesía”. Ricardo Vázquez-Prada ya había compuesto algún bolero canalla entre amigos: una bacanal en el palacio del obispo, y en ese plan. Toca la guitarra desde niño, y también el piano (evoca aquel mayo del 68 al teclado en la Facultad de Letras de Estrasburgo), se topó con Brassens desde la Nova Cançó y se impregnó de la ironía, el erotismo, el fondo anarco y la poesía de las canciones cultas.
La segunda pieza de la maqueta Tiemblas cuando recorro une dos poemas del libro para evocar aquel Estrasburgo en una canción urbana de juventud, cargada de amor primerizo y de swing. Y es una delicia escuchar el sonido del agua al galope en las guitarras, suena En el surco presentido, “la historia de un hombre que se separó de su mujer, tan abatido que tuve miedo por él”…mientras la luna ladra/mi yerma soledad desesperada…Todo el disco está atravesado por el zarpazo seco de la tierra baldía, y por un sentido ético que viene de lejos. Ricardo vivió aquella época en la que había que plantarse. Y recaló en Zaragoza por azar: no superó el plinto del gimnasio para las milicias universitarias.
En una bossa nova navega la canción sobre la corriente de las guitarras. “Hay canciones que me vienen solas”, recogidas al vuelo con lápiz y cuaderno por la calle. Es el azar quien gobierna mi campo yermo y baldío. Aires de Mercedes Sosa, de cha-cha-cha, sencillas melodías que nos dejan seguir por el aire los arabescos del punteo, del contracanto improvisado, jazzístico, creación pura en tiempo real a cuatro manos”.
Roberto Miranda, “El Periódico de Aragón” (Contraportada del 12.2.2010).
El libro-disco está a la venta en la librería "Los portadores de sueños" (C/ Blancas) Zaragoza.
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