Yo no podía creerlo, pero existen. Son pocas, mas “haberlas haylas”. Y están entre nosotros aunque pasan inadvertidas. Si queréis descubrirlas yo os puedo dar algunas pistas.
Son mujeres maduras, muy mayores, que de repente, cuando menos lo esperan se enamoran. Y se enamoran de verdad, hasta el fondo, como cuando eran jóvenes. Pasada la primera sorpresa y después de aceptarlo como un achaque más, lo primero que hacen es disimular. Porque les da vergüenza, muchísima vergüenza, estar enamoradas al mismo tiempo que sus nietas. Por eso se ocultan, por eso se esconden.
¿Por qué las llamamos novias grises?
El color gris todos sabemos que es la mezcla de negro y de blanco sin dejar de ser algo de los dos. Color ceniciento, triste, apagado, lánguido. Parecido al humo, a la niebla, a ciertas nubes. Y estas novias son mitad negras como el luto de las viudas, porque no son ni esperan ser correspondidas, y mitad blancas por la pureza de su amor y por sus canas. También la palabra “grisar”, que viene de gris, significa pulir el diamante y, realmente, estas mujeres se están puliendo a sí mismas al guardar su secreto conservando calma y compostura.
Más pistas: suelen ser las más discretas y educadas. No critican ni se meten con nadie. Hablan poco, sonríen más. A veces se les nota ausentes, como pensando en otra cosa, pero si se les habla atienden enseguida, y si se les pide un favor, lo hacen encantadas. Si queréis descubrirlas hacedlo con cuidado, porque si se dan cuenta se asustan y se van. Y no nos conviene que se vayan, puesto que son “buena gente”, pacíficas y pacificadoras.
Una última pista, miradlas de frente y a los ojos. Tienen una luz especial.
Lo más gracioso del asunto es que “ellos”, los hombres causantes del desaguisado emocional de las novias grises, cuyo amor es secreto y platónico, no se enteran de nada y andan por ahí tan tranquilos.
¡Ay amor, amor! Eterna primavera que aún en pleno invierno te empeñas en seguir dándonos flores.
Son mujeres maduras, muy mayores, que de repente, cuando menos lo esperan se enamoran. Y se enamoran de verdad, hasta el fondo, como cuando eran jóvenes. Pasada la primera sorpresa y después de aceptarlo como un achaque más, lo primero que hacen es disimular. Porque les da vergüenza, muchísima vergüenza, estar enamoradas al mismo tiempo que sus nietas. Por eso se ocultan, por eso se esconden.
¿Por qué las llamamos novias grises?
El color gris todos sabemos que es la mezcla de negro y de blanco sin dejar de ser algo de los dos. Color ceniciento, triste, apagado, lánguido. Parecido al humo, a la niebla, a ciertas nubes. Y estas novias son mitad negras como el luto de las viudas, porque no son ni esperan ser correspondidas, y mitad blancas por la pureza de su amor y por sus canas. También la palabra “grisar”, que viene de gris, significa pulir el diamante y, realmente, estas mujeres se están puliendo a sí mismas al guardar su secreto conservando calma y compostura.
Más pistas: suelen ser las más discretas y educadas. No critican ni se meten con nadie. Hablan poco, sonríen más. A veces se les nota ausentes, como pensando en otra cosa, pero si se les habla atienden enseguida, y si se les pide un favor, lo hacen encantadas. Si queréis descubrirlas hacedlo con cuidado, porque si se dan cuenta se asustan y se van. Y no nos conviene que se vayan, puesto que son “buena gente”, pacíficas y pacificadoras.
Una última pista, miradlas de frente y a los ojos. Tienen una luz especial.
Lo más gracioso del asunto es que “ellos”, los hombres causantes del desaguisado emocional de las novias grises, cuyo amor es secreto y platónico, no se enteran de nada y andan por ahí tan tranquilos.
¡Ay amor, amor! Eterna primavera que aún en pleno invierno te empeñas en seguir dándonos flores.
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