martes, 22 de septiembre de 2009

Crítica sobre "El Blues de los Bajos Fondos" de Gracia Mosteo

BLUES DE LOS BAJOS FONDOS
(Premio Internacional de poesía “José Verón Gormaz”, 2008
Autor: José Luis Gracia Mosteo
Editorial: CEB Pág; 63

LA VIDA SÓRDIDA
por José Ángel Monteagudo


“Por la noche, salen todos los animales. Putas, pordioseros, sodomitas, travestidos, maricones, drogadictos, toxicómanos. Todo es asqueroso y venal. Algún día, una lluvia de verdad se llevará toda esta basura de las calles”. Así anunciaba Travis Bickle, el protagonista de “Taxi driver”, un desenlace nervioso y violento para acabar con ese submundo tan obviado y cercano, pero a su vez tan desconocido para una gran parte de la sociedad como es la prostitución y sus aledaños. Submundo, por otro lado, tan parecido y mimetizado en todos los sitios y lugares del mundo donde habita.

Travis nos refiere “una lluvia de verdad”, redentora, para acabar con esa basura; Mosteo ha preferido calarse de esa lluvia para enseñarnos, mostrarnos en crudo, esa basura y su verdad. Y además arriesgando literariamente, dando más de una vuelta de tuerca a lo que otros (sobre todo narradores, novelistas) ya habían apuntado en sus obras, porque Gracia Mosteo nos lo cifra en actitud poética, a bocajarro, sin lindezas ni envoltorios superfluos, descendiendo a esos infiernos tan cercanos que habitan los suburbios –y no tan suburbios- de cualquier ciudad, los polígonos industriales (ahora tan en boga), o los locales y pubs de alterne de la Nacional II. ¿Hay algo de bello en la poesía sórdida, oscura y suburbial, que emana de este blues? El autor lo define como “un canto triste con esquema de blues, es decir, doce compases que son poemas” y no le falta razón, como una buena canción de Muddy Watters, desgrana e hilvana todas las miserias que se va encontrando en ese camino marginal.
Porque para llegar a este Premio el autor ha tenido durante varios años que, literalmente, jugarse el tipo en muchos de esos antros (método Stanislavski para la literatura, lo llamaría); hacer preguntas inconvenientes donde no se debían hacer (siempre bajo la presión de ser confundido con un policía o con un periodista), conversar con prostitutas en primera persona bajo la mirada de chulos sin escrúpulos, o simplemente, estar en sitios y lugares con gentes peligrosas que habitan esos sórdidos ambientes para luego contarlo de una manera lo más creíble posible. El poemario resultante ha sido espléndido, ha merecido la pena el trabajo a pie de calle.

Literariamente este “Blues” consta de 24 poemas, divididos en dos partes “Blues de las putas” y “Blues de los chulos”, definidas y diferenciadas pero a su vez correspondidas. Cada cara del poema en su primera parte tiene su cruz en la segunda. En la forma, Gracia Mosteo se nutre de endecasílabos con acento dominante en la quinta dándole ese ritmo a su lectura, pero también dodecasílabos, y usando el “spanglish” a la par que ese argot que apabulla, sorprendiéndonos a veces, y que el autor nos revela en un anexo al final del libro. Sado, canallas, yonquis, jineteras, macarras, maderos, camellos, son los protagonistas de estas 24 escenas en carne viva, repletas de jirones de vida, y con unas acertadas citas de cabecera que templan la entrada al relato. Citas por otra parte que abarcan, como todo buen blues, literatura y música a partes iguales; Laforgue, Kavafis, Tom Waits, Verlaine, Lou Reed, Quevedo, Bob Dylan, Vallejo, Battiato, Calvino, Gil de Biedama, Rimbaud, Bowie, Gimferrer, los Stones… una combinación explosiva y directa, pero por otro lado necesaria para entender, leer y degustar este brutal poemario.

Un único pero, quizá percepción personal que no extensible a cualquier otro lector, difuminado en la esencia del libro. Tras su lectura, y posteriores relecturas, el “Blues de las putas” se me antoja más redondo, exacto en las apreciaciones, hiriente, y en definitiva que nos muestra esa realidad de forma más cruda, que sus correspondientes réplicas en “los chulos”. Pero ¡ojo!, no quiere decir que estos no irradien ese aire criminal, sórdido, canalla y barriobajero que impregnan los ambientes referidos en el poemario.

He aquí una obra, un poemario, imprescindible para bucear en esos bajos fondos, en un mundo de sexo y prostitución que linda de forma inherente con las mentiras, las drogas, la muerte, la delincuencia, el peligro o las humillaciones de forma directa; una forma de vivir ajena a todo aquello que les rodea, personas protagonistas de un submundo que nadie quiere admitir o tolerar en la cercanía, pero que existe y Gracia Mosteo lo plasma magistralmente en este “Blues de los Bajos fondos”.

Para todos aquellos que se escandalicen por el fondo, quizá más que por las formas, o en definitiva por ambas, les invito a leerlo, a que determinen cuánta verdad destilan estas magníficas 24 estampas o fotos literarias que podían haber sido recogidas de cualquier periódico o noticiario de nuestra ciudad más cercana y a que reflexionen sobre ellas. Déjenme terminar con otra reflexión que me ha parecido perfecta para todos los lectores y que cierra el libro con un brillante broche: cuando Alexia se despide de Stan Mostew en el último poema, espeta; “Todos somos putas, algunas vendemos el cuerpo; los más, su tiempo; los menos, el alma”. Así es, amigos lectores, aunque no lo queramos admitir.

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