Hablar de su penosa y corta vida, atrapada por el alcohol y esa especie de dependencia mística con el género femenino, daría para escribir una biografía y no es el motivo de este artículo (recomiendo leer la de Peter Ackroyd, publicada por Edhasa), por lo que nos ceñiremos más que al legado literario –impresionante desde todos los puntos de vista- al referente que Poe significó para los demás creadores que le sucedieron.
Desde el ámbito literario, Cortazar y Borges, argentinos universales, admiraron a Poe hasta tal punto que Borges llegó a afirmar que “la literatura actual sería inconcebible sin Whitman y Poe”. Su poesía tendría gran influencia en los movimientos posteriores de la segunda mitad de siglo, especialmente en los simbolistas franceses; Baudelaire le profesó admiración, Mallarmé lo consideró “el Dios intelectual de nuestro siglo”, dejó huella en Stevenson o Wilde, Kafka o Conrad mamaron de los horrores de Poe para plasmarlo –en otro eje de visión- en sus obras (El proceso, El corazón de las tinieblas), Ruben Darío lo citó como “príncipe de los poetas malditos”, y entre sus compatriotas es indudable la influencia que tuvo sobre Lovecraft, Bierce, o el mismo Bradbury, incluso su única novela, “Las aventuras de Gordon Pym”, fue la inspiración para que Julio Verne creara una secuela titulada “La esfinge de los hielos”. Y qué decir del investigador creado Auguste Dupin, protagonista de los “Crímenes de la calle Morgue”, “El misterio de Marie Rogêt” o “La carta robada”, precursor de la novela policíaca y de figura detectivesca (llámese Sherlock Colmes, de Conan Doyle) cuando ni siquiera se citaba ese nombre. Y cuantos, cuantos escritores que quedaron atrapados por el estilo exigente, la descripción exacta, y la creación de atmósferas (con ese filo de la navaja en la narración que cabalga entre la cordura y el delirio de muchas de sus obras terroríficas), del escritor norteamericano.
También el cine rindió en numerosas ocasiones tributo al maestro literario: los años 30 reflejan adaptaciones como Satanás (1934) o El cuervo (1935), con Bela Lugosi y Boris Karloff como destacados intérpretes; Roger Corman –ilustre de la serie B- nos ofreció películas inspiradas en relatos: “La caída de la casa Usher” (1960), “El péndulo de la muerte” (1961), “La obsesión” (1963) o “Ligeia” (1964), la mayoría con el genial Vincent Price como protagonista. Ya en España, Narciso Ibáñez, Raúl García o Jesús Franco se acercaron a Poe en sus creaciones.
El arte, y la pintura en particular, plasmó también esas influencias; autores impresionistas como Manet, Gauguin, Renoir o Matisse, pintaron imágenes de sus relatos o el mismo rostro de Edgar (Manet ilustró la traducción que hizo Mallarmé de “El cuervo”, el cuadro “Nevermore” de Gauguin…).
Por último reflejaremos su influjo en la música. Autores y compositores de las más diversas tendencias han homenajeado a Poe: “La caída de la casa Usher” fue convertida en ópera por Debussy en 1908, Serguei Rachmaninov creó una sinfonía coral con la obra “Las campanas”, la calle Morgue sirve de referencia a grupos como Iron Maiden o cantautores como Bob Dylan que la cita en su canción “Like Tom Thumb´s Blues”, Alan Parsons Project le rinden tributo en uno de sus primeros trabajos, Lou Reed lo homenajeó en “The Ravern”, y Radio Futura crearon una mirífica canción con el poema de Annabel Lee, que también adaptaron en canción otros ilustres como Joan Baez o Silvio Rodríguez.
Incluso aparece un retrato suyo en el álbum de los Beatles “Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band”, mencionando su nombre en la canción “I am the Walrus”.
Es impresionante la herencia dejada por Poe -sin ni siquiera intuirlo- tras haber pasado una vida de penurias y tormento. Desde el ámbito personal reflejaré que como todo escritor, mi labor literaria comenzó con la lectura desde muy joven, mucho antes de que escribiese algo coherente. Hablaría de muchas obras suyas; “El gato negro”, “Manuscrito hallado en una botella”, “El tonel de amontillado”, “El entierro prematuro” o “El hombre da la multitud” –y cuántas se quedan en el tintero-, pero tengo que reconocer que en la calle Morgue –a raíz de su lectura primigenia y su atmósfera literaria- se incentivó mi ya desmedida ansia lectora y, sin duda, despertó mi interés por plasmar en un papel historias que hasta aquel momento sólo degustaba con la lectura. Hasta siempre y gracias, maestro Poe.
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